lunes, 22 de diciembre de 2014

¿Cómo se iluminan las luciérnagas?

Un equipo de científicos de Suiza y de Taiwán ha logrado desentrañar las claves del funcionamiento de la bioluminiscencia de las luciérnagas basado en pulsos rápidos de luz que utilizan como comunicación. El trabajo ha sido publicado en la revista Physical Review Letters.

Las luciérnagas, esos insectos que emiten luz cuando un compuesto llamado “luciferina” se descompone, utilizan un sistema que podría tener múltiples aplicaciones potenciales. Ahora, gracias a este estudio, ha podido ser descrito el proceso completo de esta iluminación tan particular.

La reacción química que provoca esa iluminación necesita oxígeno y, hasta ahora, se desconocía cómo lo suministraban a las células. Para averiguarlo, los expertos utilizaron una sofisticada técnica de imagen -microtomografía- para reproducir la “linterna” (el órgano que produce la luz) ubicaba en el abdomen de la luciérnaga y consiguieron trazar de qué forma el oxígeno era suministrado a las células emisoras de luz.

Al aplicar esta técnica en luciérnagas vivas, pudieron ver, por primera vez en la historia, toda la estructura de la “linterna” y hacer evaluaciones cuantitativas acerca de la distribución del oxígeno. Así, la luciérnaga desvía el oxígeno disponible de otras funciones celulares y lo deriva a la reacción que descompone la luciferina produciéndose la bioluminiscencia.

Las técnicas que utilizamos tienen una ventaja sobre, por ejemplo, las técnicas convencionales de rayos X, los cuales no pueden distinguir fácilmente entre los tejidos blandos”, explica Giorgio Margaritondo, coautor del estudio
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martes, 16 de diciembre de 2014

El agua de la Tierra no procede de los cometas

























La nave espacial Rosetta de la ESA ha descubierto que el vapor de agua del cometa en el que se encuentra la sonda robótica Philae, 67P / Churyumov-Gerasimenko, es significativamente diferente a la que existe en la Tierra. Este hallazgo, publicado en la revista Science, abre de nuevo una incógnita importante acerca del origen de los océanos en nuestro planeta.

¿Podría haber traído un cometa el agua a la Tierra? Tras los esperados primeros resultados de la misión Rosetta con su instrumento Rosina -un espectrómetro de masas insertado en la nave-, la firma química del H20 captado por la nave espacial que acompaña desde el 6 de agosto al cometa, es muy distinta a la firma química del agua de nuestros océanos en la Tierra, quedando por tanto descartados los cometas. Concretamente, la proporción de deuterio e hidrógeno en la envoltura gaseosa del cometa es tres veces más alta que en el agua de la Tierra y también muy superior a la de otros cometas parecidos.

“El origen del agua y de complejos orgánicos en la Tierra y otros planetas del tipo terrestre se ha venido discutiendo desde hace muchos tiempo sin haberse alcanzado un consenso. Datos anteriores y nuestro nuevo descubrimiento sugieren que hay un rango amplio de proporciones de deuterio/hidrógeno en el agua de la familia de objetos de Júpiter y descartan la idea de que estos depósitos sean de agua como la de la Tierra”, explica Kathrin Altwegg de la Universidad de Viena y coautora del estudio.

Así las cosas, debido a que según estos resultados, los cometas no parecen ser los responsables de ese “depósito original” del agua terrestre, los científicos se inclinan ahora por otro objeto celeste: los asteroides.

Los asteroides hoy tienen muy poca agua, está claro. Pero probablemente no fue siempre así. El bombardeo intenso fue hace unos 3.800 millones de años y en aquel tiempo los asteroides bien pudieron tener mucha más agua que hoy”, aclara Altwegg.

martes, 2 de diciembre de 2014

Descubren un escudo invisible a miles de kilómetros de la Tierra
























Como si de la saga de películas de Star Trek se tratara, un equipo de científicos de la Universidad de Colorado (EEUU) ha descubierto un escudo invisible ubicado a unos 11.500 kilómetros sobre la Tierra y cuya función no es otra que bloquear los llamados “electrones asesinos”, unas partículas que circulan a gran velocidad alrededor de nuestro planeta y que suponen una grave amenaza tanto para satélites, sistemas espaciales o astronautas. El hallazgo ha sido publicado en la revista Nature.

Los investigadores han localizado este insólito escudo protector en los cinturones de radiación de Van Allen que fueron descubiertos en 1958 y que ayudaron a comprender que se trataba de dos anillos de más de 40.000 kilómetros, uno exterior y otro interior, llenos de electrones de alta energía y de protones, que se contraían y se dilataban dependiendo de las perturbaciones de energía provenientes del Sol.

En 2013 fue descubierto un tercer anillo, de almacenamiento, ubicado entre ambos y, todos ellos giran en torno a un límite “extremadamente fuerte” en el borde interior del cinturón exterior: un escudo invisible que bloquea los electrones ultrarrápidos. Sin embargo, ninguno de los planteamientos o explicaciones a este fenómeno ha encontrado respuesta científica válida por el momento.

“Es algo así como los escudos creados por campos de fuerza que se veían en Star Trek y que éstos utilizaban para repeler los ataques de armas alienígenas. Es un escudo invisible que bloquea estos electrones y es un fenómeno extremadamente desconcertante”, explica Daniel Baker, líder del estudio.